Para empezar, cuéntanos un poco sobre ti.
Mi nombre es Alonso Jiménez, aunque todo el mundo me llama Pato desde antes de nacer ya que mi padre era Pato antes que yo y en Ronda, mi pueblo, hasta los profesores me llamaban Patito.
Tengo 28 años y soy principalmente cómico (aunque eso abarcar desde ser monologuista a profesor de Impro, pasando por dirigir proyectos culturales).

¿Qué es lo que más te gusta de vivir en Granada, y crees que vivir aquí ha cambiado tu forma de ver el humor o de contar historias?
Granada para mí fue el feat perfecto. En cuanto llegué hace exactamente 10 años supe que quería echar raíces aquí y trabajar por desarrollar esos espacios culturales y de comedia que sentía que le faltaban.
En cuanto a cómo ha influenciado vivir en Granada a mi comedia, creo que la decisión constante de no mudarme a Madrid o Barcelona (tentación que está siempre presente en forma de oportunidades laborales) ha hecho que trabajase en mi nivel mucho más para poder llamar la atención de la escena de comedia nacional desde aquí, donde quiero estar.

Empezaste como estudiante de filosofía, ¿la filosofía se cuela en tu comedia, o la comedia es tu manera de escapar de ella?
He tenido etapas y etapas. Hace unos años me sentía muy lejano a mi etapa como estudiante de filosofía e intentaba comunicarme desde un lugar muy alejado de la densidad y complejidad del entorno académico de la filosofía. Pero en los últimos tiempos he ido reconciliándome con aquello que tanto amaba e integrando en mi comedia bloques sobre mi identidad personal o asuntos de salud mental que pueden resultar algo pesados pero que consiguen llegar a la risa arrastrando cierta reflexión.

Llevas diez años improvisando. ¿Tienes una “regla de oro” personal de la improvisación que sigas siempre?
Lo más parecido a una regla fija que le enseño a mis alumnxs es ‘acepta el error’.
La improvisación es una disciplina basada en la posibilidad del error: si quisiéramos evitarlo ensayaríamos. Si saltamos al vacío del improvisar es para jugar con los errores y la comedia que generan.
Además, así disfrutamos mucho más de los aciertos, sabiendo que podía haber salido mal y aún así lo hemos logrado.

¿Qué disfrutas más: el caos total de la improvisación o la construcción cuidadosa de un monólogo?
Te sorprendería saber hasta qué punto siento diferentes ambos procesos que desde fuera simplemente son dos formas de hacer reír.
Por un lado la Impro me parece la forma total de comedia, te permite usar absolutamente cualquier recurso, personaje, localización o parodia. Eso lo hace inagotable, jamás me he cansado de improvisar. Además, se juega en equipo, cosa que siempre he preferido personalmente.
El Stand Up que a mi me gusta (nada que ver con otros estilos) es, sin embargo, un trabajo de orfebrería bastante solitario y, honestamente, difícil. Nunca he estado tan nervioso como antes de un monólogo y eso lo hace único. Es la comedia más romántica, con más límites y menos recursos, solo un micro y tú buscando la palabra justa.

Te defines como un poco “frikazo obsesivo” de los libros de comedia. ¿Hay algún consejo que hayas leído que resultara totalmente inútil, o sorprendentemente valioso?
Sí, de todo lo que he leído nada me ayudó tanto al empezar como el título del libro de Vinny Cohan: ‘Si no es gracioso, que sea interesante’.

¿Alguna vez has tenido un fracaso en comedia que luego se haya convertido en tu historia favorita para contar?
El archienemigo de un monologuista es el ‘heckler’: la típica persona que se dedica a gritarte cosas desde el público mientras actúas.
Pero para mí, viniendo de la improvisación, son un regalo.
Mi favorita fue una señora mayor en Málaga con la que no tuve más remedio que renunciar a mi monólogo y dedicarme a hablar con ella durante toda mi intervención. Ha sido de las mejores actuaciones de mi vida.

Si tuvieras que enseñar comedia en solo diez minutos dentro de un coworking como ANDA, ¿cómo sería ese curso exprés?
En 10 minutos solo podría recomendarles que busquen videos de gatos cayéndose o de monitos haciendo guarrerías. Nada es más gracioso que eso.
Podemos dedicar toda nuestra vida a estudiar el humor en todas sus formas y aún así no tendremos nada que hacer contra tu mejor amigo resbalándose.

Cuéntanos sobre los talleres que estás ofreciendo y para quién están pensados.
Doy clases de todos los niveles de Stand Up y de Impro, así que están pensados tanto para personas en iniciación que solo quieren perder un poco la vergüenza a hablar en público como en avanzado a profesionales que quieran mejorar sus espectáculos.

¿Cuál es el mejor lugar en Granada para ver buen stand-up comedy?
La Estupenda, la sala que dirigí durante 4 años, qué te voy a decir yo.